¿Reconocimiento laboral o favoritismo?

El hecho de llegar a supervisar personal no garantiza que se evidencie un buen liderazgo. Ser jefe no es tan sencillo como parece para algunos, no se trata solo de percibir una mejor remuneración, tener un espacio de trabajo más cómodo o dedicarse a dar órdenes, en vez de ejecutar tareas. En muchas ocasiones, dependiendo de la naturaleza de la empresa y del presupuesto destinado a la formación de su personal, quienes llegan a cargos superiores se manejan a través del ensayo y error, lo que los lleva a ejecutar acciones que muchas veces no son las más adecuadas para mantener un buen ambiente laboral.

La colaboración de los trabajadores es primordial para garantizar la productividad y el logro de los objetivos comunes. En ocasiones, una parte del personal destaca más que otra y es allí cuando se corre el riesgo de premiar una buena actitud con beneficios, permisividad, e incluso con evaluaciones condescendientes, cuando en contraparte se trata de establecer una disciplina estricta con los demás miembros del equipo.

Medida justa

Aunque es inevitable agradecer cuando una o varias personas facilitan las labores, son proactivas y tienen iniciativas que destacan, existen mecanismos formales para darles un reconocimiento, en vez de, por ejemplo, cambiar de actitud cuando están presentes, en especial si se marca distancia con el resto de los equipos.

Hacer esto, solo generará rumores innecesarios y malestar tanto en quienes se esfuerzan por hacer un buen trabajo, como en aquellos que no tienen interés en destacar. En ocasiones, la situación también puede ser molesta para la persona que se ve beneficiada, porque si la preferencia es muy evidente, se puede alejar de sus compañeros, o incluso ser víctima de bullying.

La evaluación del desempeño no puede obedecer a intereses o situaciones personales; los espacios para demostrar gratitud, como invitar un café a la persona, o simplemente manifestar la importancia de su apoyo están abiertos en todo momento. Sin embargo, lo más recomendable es buscar la manera de tratar a todos por igual, independientemente de su rango, características personales y desempeño.

En caso de que exista alguna molestia o situación irregular, lo recomendable es abordar lo sucedido de inmediato, aclarar cualquier malentendido, ejecutar las sanciones necesarias dependiendo de cada caso, y continuar con el ritmo de trabajo. Todo lo que vaya más allá de estas acciones, como las malas caras, rumores o actitudes inapropiadas, hablará muy mal del profesionalismo de quien se vea involucrado, bien sea el jefe o sus empleados. El reconocimiento o el castigo no pueden llevarse al terreno personal.

Valoración oportuna

Con el fin de establecer políticas empresariales que permitan fomentar la política de colaboración, el compañerismo y un ambiente organizacional óptimo, es importante crear mecanismos de reconocimiento. No se puede esperar mucho tiempo para dar mérito a una buena acción. Si un trabajador destaca por sus ideas, tareas desempeñadas, productividad o logro de objetivos, es recomendable manifestar formalmente desde la gerencia la gratitud por su compromiso.

Una alternativa es hacerlo a través de una carta, y otra, con algún correo masivo o newsletter en el que se destaque a los empleados del mes. De esta manera, se motivará a los demás a trabajar en pro del beneficio colectivo.

A pesar de que existen distintos tipos de relaciones entre los miembros de un equipo de trabajo, el ámbito personal requiere necesariamente separarse del profesional. Es importante que todos los supervisores y empleados tengan esta condición presente, y que forme parte de los valores de la empresa.

Cuando la fraternidad se confunde con los objetivos y dinámicas organizacionales se pueden presentar dos escenarios: en algunos casos se da pie al favoritismo y en otros, a una especie de confusión y familiaridad que puede llevar a un jefe a tratar a un empleado como a su hijo, y a darle llamados de atención desmedidos cuando comete un error. En esos casos, el favoritismo puede mostrar su lado oscuro, porque los roles se confunden. Lo mejor es ubicar tanto las relaciones, como los mecanismos de agradecimiento, correcciones y llamados de atención en su lugar.

Compartir artículo

Artículos relacionados

¿Aún no lo tienes claro? Te asesoramos!